Los philodendros son, sin duda, una de las plantas tropicales de interior más populares y queridas en el mundo de la jardinería. Con su follaje exuberante (perenne) y su habilidad para adaptarse a diferentes condiciones, son una elección perfecta tanto para expertos como para principiantes.
Crecen en el sotobosque y provienen de las zonas tropicales de centro y Suramérica. Podemos encontrar gran variedad de portes, tamaños y colores; algunas especies son trepadoras y otra reptadoras (rastreras).
Por lo general, en interiores son ubicadas para que cuelguen o para que trepen sobre alguna superficie o tutor, llenando de inmediato cualquier espacio de vida y color.
Son bastante populares a nivel general, gracias a su fácil cuidado, resistencia y capacidad de adaptación, con bajos requerimientos de luz (por lo general indirecta) y riego escaso o moderado.
Hay muchas variedades que no crecen tan alto, por lo general hasta unos 40 o 50 cm, lo cual las hace perfectas para espacios reducidos o para personas que no desean plantas muy grandes. Adicional a esto, poseen unos tallos bastante robustos y hojas carnosas, características que las asemejan directamente a las suculentas.
Cuidados
Luz
Esta planta se adapta bien a diferentes niveles de luz, prefiriendo la luz indirecta brillante. Aunque puede tolerar condiciones de sombra parcial, lo ideal es que reciba luz filtrada para evitar que sus hojas se quemen.
Si bien los philodendros pueden sobrevivir en ambientes con poca luz, su crecimiento se verá más limitado y las hojas tenderán a ser más pequeñas.
Riego
El riego es un factor fundamental en su cuidado. El philodendro disfruta de un sustrato ligeramente húmedo, pero sin encharcarse. Es importante dejar que la capa superior del sustrato se seque por completo antes de volver a regar.
Un buen truco es introducir un dedo en el sustrato, de 2 a 5 cm de profundidad, si lo sacas y sale húmedo, aún no es tiempo para regar.
En caso de contar con estaciones: En primavera y verano, durante su fase de crecimiento, los riegos deberán ser más frecuentes, mientras que en otoño e invierno se puede reducir la cantidad de agua.
Es esencial que la maceta tenga un buen drenaje, ya que el agua estancada puede provocar pudrición de las raíces. Además, al usar un sustrato ligero con buen drenaje, se facilita la absorción de agua sin retenerla en exceso.
Humedad ambiental
Otro aspecto a tener en cuenta es la humedad ambiental, especialmente en climas secos o en espacios con calefacción, ya que el philodendro proviene de ambientes tropicales. La planta prospera mejor en niveles de humedad elevados (60% o más), y un humidificador puede ser útil en estos casos.
Aunque en mi caso yo por lo general uso un atomizador, ya que es la manera más práctica, sencilla y económica de darle esa humedad que requieren mis plantas.
También puedes colocar un plato con agua y piedras bajo la maceta para incrementar la humedad a su alrededor, o pulverizar las hojas regularmente para evitar que se resequen.
Recuerda que entre más alta la temperatura, mayor es la evaporación y por lo tanto, mayor debe ser la compensación de humedad en el aire. La humedad adecuada ayuda a las plantas a regular varios procesos vitales, como la transpiración, la absorción de agua y nutrientes, y el intercambio gaseoso.
Sustrato
En cuanto al sustrato, es preferible uno que esté bien aireado y que drene eficientemente.
Una mezcla universal para plantas de interior con perlita o corteza de pino añadida es una buena opción para mejorar la circulación de aire y agua.
Durante la primavera, que es la mejor época para trasplantar, se recomienda cambiar el tamaño de la maceta por una un poco más grande y aprovechar para dividir la planta si se desea obtener nuevos ejemplares.
Un ejemplo de mezcla de sustrato puede ser:
30% de corteza de pino
40% fibra de coco
20% de perlita
10% humus de lombriz
Ten en cuenta que estas plantas pueden ser tóxicas tanto para humanos, como para mascotas, por lo que te recomiendo colocarlas en un lugar alejadas de ellos.
Temperatura
Los philodendros prefieren temperaturas cálidas y constantes, lo que refleja su origen tropical.
La temperatura ideal para su crecimiento oscila entre los 18°C y los 26°C, pero no debería ser inferior a los 10°C.
Es importante evitar cambios bruscos de temperatura, así como exponerlos a corrientes de aire frío o calor excesivo, ya que estos factores pueden estresar a la planta.
Ten muy en cuenta este factor antes de trasladar una planta de estas a las condiciones de tu espacio.
Plagas y enfermedades
las plagas y enfermedades no suelen ser un gran problema para los philodendros, aunque pueden ser susceptibles a ácaros, pulgones o cochinillas si se encuentran bajo estrés.
Revisar las hojas de vez en cuando y aplicar un jabón insecticida suave o aceite de neem puede ayudar a mantener la planta libre de plagas.
Para prevenir enfermedades como la pudrición de raíces, es crucial evitar el riego excesivo y asegurarse de que el sustrato tenga un drenaje eficiente.
Fertilización
El philodendro también se beneficia de una fertilización regular durante la época de crecimiento, idealmente una vez al mes con un fertilizante equilibrado para plantas de interior.
En otoño e invierno (o en las épocas más frías), cuando el crecimiento se ralentiza, es mejor reducir o suspender la fertilización para evitar la acumulación de sales en el sustrato.
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